Mucho ruido pocas
nueces
Cuando
mi padre cobró su primera jubilación nos llevó a todos a nuestro primer
homenaje. La mesura del festín vino de la cuantía de la mesada. Hubo para todos,
pero en desproporcionada pesada, la sensatez y pulso con que mi padre calculo
su reserva no acompañaba el compás del vaciado de la bolsa y los impúberes fuimos
desatendidos en calidad y cantidad del favor. Yo, que fui el último, apenas si
recibí el usufructo de esa primera nómina ni tan siquiera pude oler el fragor
de las telas y suelas con que se vistieron mis consanguíneos y hube de plegarme
con un -la próxima paga será toda para ti.
Cenizas
Se
asomó a la ventana para fumar el cigarrillo de la tarde y la ceniza se desplomó
titubeada por el aire que capitaneaba las ropas tendidas en las terrazas a las
que prestaba indeterminadas vidas. Fijó su mirada en el capricho que dibujaban
los hilos de su propia savia al coser en soledad la mendigada postrimería.
Aquellos, último chicote y mirador, eran sus únicos camaradas presentes
mientras su sangre se publicaba por el alféizar apresando trizas de la ceniza
que se precipitaba dándole color, oráculo postrero, de lo que fue su vida.
Ahí
es nada
A nadie se le ocurrirá que solo quiso
volar, como antes. Que solo quería descontaminarse, desempolvarse, higienizarse
y acicalarse. Y para ello, era imprescindible una abstinencia y desintoxicación
del aire viciado que le aportaban aquellas ventanas al servicio de intereses
lúgubres. Tras años de estar sometida al embobo, atisbó, difícil y
dolorosa, la tarea de romper ataduras con las redes neuronales infectadas y
construir entramados inocuos fuera de los barrizales y pozas fecundadas e
incrustadas en su inconsciente. Para ello, preciso bajarse de esa ola que la
obliga sobre su cresta y que irremediablemente acabaría rompiendo contra la
playa dejándola varada o aún peor arrastrándola en su resaca para volver a
surfearla una y otra vez sin descanso y que no pudiera recuperar el aliento y
tomar píe a tierra. Como primeras medidas se apartó del Twitter y el Facebook,
la televisión, la prensa escrita y las compañías no nutritivas, repetidores
voceros y altavoces de la lobreguez.
Instrumentos, melodía y armonía
Seguía
atrapado allí dentro desde las horas en que los gatos se visten de corbata y
las gatas con medias de seda a rayas, sin embargo, pese a su mala salud de
hierro su voz continuaba articulando palabras al son de la música para las
almas azules. Aquel local de atmosfera humeante de bajos y trompetas, paramo
del jazz, se adueñó de su alma.
holaaa
ResponderEliminarTe decia k con el de instrumentos, melodias, me han dao ganas d volver al Cambalaxe pero no encuentro las medias de rayas, hace tanto...