Me
hace ilusión y me congoja, dos sensaciones muy marinadas en mis grafías de
devenir por la vida, el presentarme al certamen literario de esta primavera.
Desde muy pequeño mi amor por las palabras y como conjugarlas a capitaneado mi
fantasía. No tengo referentes en la familia ni era yo infante entregado a la
lectura y la escritura, era más bien una relación metafórica de una querencia
prescrita -creo yo que por el Hacedor- maestra constructora y que me erizaba la
piel al asir entre mis manos lápiz y papel. No obstante, con inmortal miedo a
plasmar mis pensamientos por escrito y hacerlos tangibles, en ninguna estación pude
darles vida fuera de mi mente, han ido quedándose a buenas noches mis bosquejos
aspirantes a ser velas para los sueños, los propios y los de otras. Años de embriaguez
y etapas de sobriedad, archivos con canas para desatar el nudo que maniataba mi
pluma han sido necesarios y hoy me presto a meterme en la piel de escritores
muertos no para usurpar sus obras ni imitar sus talentos con aportaciones mías
altisonantes sino alentado por la necesidad de cincelar aquí lo que otras
esperan del más allá. Unas líneas no para interpretar o vivir mi experiencia de
ser autor de.., sino para transmitir la comprensión de mi mundo interior. Un
constructo de mi servidumbre de ser apertura para que el Amor invernado que he
vislumbrado, en el arte de lo posible, trascienda y permanezca vivo a pesar de
los dientes del tiempo. Me urge escribir sobre lo oculto, lo ahumado por
nocturnos adiestramientos registrados desde la noche de los tiempos, sobre el
amor grabado con el buril de lo indeleble en las entrañas de mi ser y sujetar a
estas hojas, cual alegoría de la caverna platónica, una carta de amor eterno. Así, apoyado en la
plumilla, ariete de mi despertar, expresar que la guadaña no nos cosecha sino
que nos labra para una nueva siembra. Que no es como son las experiencias de
amor sino que las experiencias de amor son. Que estas experiencias son una
necesidad y la misma para todas las personas y que la sanación de la mente, el
perdón, es también a cada paso trazar caminos al amor.
a mi cenicienta por su valor y su generocidad
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