jueves, 2 de abril de 2015

en torno a un poste vertical

Me acuerdo de mi abuela, una mujer menuda, lo sé ahora, entonces una abuela titánica. Cariñosa y generosa, de pelo plateado y sonrisa tenoria.

Recuerdo que cada sábado me llevaba al mercado y no falto uno donde me agraciara con aquello que yo eligiera, a veces, las más, un Madelman o el equipamiento de otro que ya tuviera, otras veces unos paquetitos de soldaditos miniaturas que tanto me gustaban y que llenaban mis horas entre campos de batallas sureños o enfrentamientos belicosos entre alemanes y españoles sobre  tierras rocosas  y valles formados por los ropajes de la inmensa cama de mis padres -No sé de dónde sacaba yo tanta imaginación para no repetir lides ni parajes-.

escalera caracol en la Torre Ieronimus,
Catedral de Salamanca
Mi abuela, que se llamaba María, era quien nos tutelaba y atendía la casa. Mi padre nunca estaba y mi madre cosía para la calle a señoras de alcurnia. De alguna vez, que me llevaba con ella, tengo en la retentiva una escalera de caracol en uno de los salones de la casa de los Medialdea -un palacete en la calle Benjumeda-  que nunca pude culebrear hasta el final a pesar de que nadie me lo impedía. No sé si el respeto o el miedo a encontrarme con aquel olor rancio y trasnochado que bajaba por la torcida escalera y aún hoy me sigue incendiando ciertos temores -Hoy por hoy no estoy seguro si quería o no ir a aquella casa pero no era yo quien lo decidía-. 

Se les podía llamar como quisieran, moradas de alta alcurnia para familias de buena crianza, pero para la incansable imaginación de un angelote como yo aquella mansión era hechicera y peligrosa y me refugiaba en silencio tras una mecedora ubicada con la distancia suficiente de la “caracol”  como para no ser atormentado por el fantasma del palacete pero sí estar ojo avizor.

Nunca le hable a mi abuela María de aquello, con ella no había miedos, con ella me sentía un príncipe.

4 comentarios:

  1. De tu escrito se desprende un bellísimo amor hacía tu abuela, estoy segura que fue maravillosa ... Las abuelas deberían ser eternas!!

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  2. Claro que sí, las abuelas/os son eternas.
    besos

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  3. Me ha encantado Juan Carlos. Quien tiene la suerte de tener o haber tenido una abuela, es un privilegiado.

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  4. Hola, Juan Carlos, me encanta cómo se llama el blog. Es estupendo poder leerte, pues ya sabes que en clase sólo está la opción de leer, a lo sumo, un par de veces… En fin, qué te voy a contar. El relato titulado En torno a un poste vertical, me parece precioso y muy entrañable. Gracias por hacerme partícipe de algo como esto, tan bonito y… sigue creciendo, en ello estoy también yo. Un abrazo!

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