Querer ser millonario es una
idea plausible y que suerte aspirar a ella. Suerte porque es y debe ser un
motor de cuatro tiempos –como cualquier otra idea- para esforzarnos en la vida. Un motor del no
conformismo y para cultivar la inteligencia tanto funcional como emocional, llevando al gimnasio
cada día a la mente y las entrañas. Además, si la meta es ser millonario, se necesitará una
gran dosis de proactividad en los negocios, embarcarse en aventuras y transacciones
valientes y mercadear agiotajes fecundos.
Ser millonario, como decía, es
un bosquejo sinónimo de empresa y como tal necesita de un propósito, del
esbozo de un proyecto, una programación y una ruta. Maquinación, combinación y confabulación
serían requisitos atómicos para alcanzar el objetivo. Es imprescindible componer un
ardid que nos siente en la mecedora dorada del opulento.
Querer ser millonario provoca y
es motivación suficiente para poner en marcha todo las argucias desde el más
hondo adentro, sin escatimar recursos ni fuerzas llevando el consumo de las energías
vitales al límite de sus capacidades sin agotarlas.
Para ser millonario me hago un propósito
y soy uno con él. Podemos decir que la idea es un instrumento proyectivo en sí
mismo y lo dejo que fluya en mi vida para que se proyecte. El futuro pertenece
a quién lo importuna, poniendo en juego el efecto Pigmalión.
Ser millonario no es solo una
idea es una puerta y yo tengo la llave. Abrirla y cruzarla, aceptando la idea, su desafío, escuchándola y
experimentándola en la vida. Sensibilizarme con el concepto y hacerlo presente
en mi día a día dejándolo que se extienda en todas mis acciones.
Para todo ello primará el cuidado
de mi imagen, de mi cultura, de mi entorno y mis relaciones íntimas e
interpersonales. Escucharme con voluntad de entenderme. Actuar coherentemente con mi sentir. Cultivar mi mundo emocional y practicar una espiritualidad que
me sostenga. Y, me ayudara en la hazaña desarrollar valores como la constancia,
la fe y la esperanza, entre otros.
Con este itinerario, en mi caja
de resonancia –mi gran oreja- siento, paradójicamente, que yo ya soy millonario porque no es la meta
alcanzar y atesorar, sino vibrar y caminar.
"Que agradable es satisfacer los deseos, pero que felicidad verse libre de ellos" Matthieu Ricard, En defensa de la Felicidad
Muy de acuerdo contigo Juan Carlos. Me ha encantado esta reflexión porque sí que es verdad que lo valioso, más allá de la meta, es el camino en sí mismo y cuando aprendemos a valorarlo es cuando logramos ser plenamente conscientes del regalo que es la vida, cada segundo que forma parte de ella. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarGracias Elvira!! poco más quiero añadir, quizás hacer hincapié en la frase de Matthieu sobre que desear algo con saña puede llegar a ser una esclavitud.
EliminarYo ya soy millonaria tambien!!!
ResponderEliminarMe alegro mucho!! Todo lo que atesoran mis coetaneos bienes míos son, también. Aquello que aporta más luz al otro/a clarifica mi existencia.
EliminarGracias!!