viernes, 6 de febrero de 2015

ático con vistas

  • un texto para romper con la opacidad con que la sociedad obvia a una parte de los seres que la constituyen. 
Hay algo a lo que no voy a renunciar, el precio que estoy pagando es suficiente para no esconderme ni dar mi brazo a torcer. Ya me silencié en la escuela y en casa también. Sepan ustedes que en la adolescencia busque con quien pasear cogidos de la mano para que me vieran y corrí la cortina con quien quería y deseaba. Yo jamás puse un pero para no ser objeto de chismorreos o ponerme en evidencia. Y jamás caminé con la naturalidad con la que mi ser se hubiese querido expresar para reservarme de las pupilas hirientes. Con nadie confesé y mucho fantaseé para calmar mi sed de piel. Más todo esto ya no lo puedo seguir callando y me pregunto ¿por qué no puedo dejarme ver como soy para conquistar y conservar un amor que se me enquista en el corazón? ¿para qué esta vida eclipsada que no deja pasar mi luz? Hay tanto arrinconado de mí que ni me atrevo a contarlo con los dedos de una mano ni de las dos ni sumando los pies. ¿Acaso mi peregrinación por la vida, mis actitudes, mis tácticas, mis conductas son diferentes de las demás personas, no sangro cuando me zahieren o me eriza el bello una caricia? Sin embargo, si muestro ese rasgo tan mío, como ellas los suyos, se me señala con el dedo acusatorio, me vilipendian y humillan y se me publica bajo una capa de mierda y ¡ya no más! Es inmenso mi deseo de no seguir enclaustra tras una mentira. Hasta aquí hemos llegado, a partir de ahora seré una lesbiana visible.

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