miércoles, 6 de agosto de 2014

Rutas de Castillos y Amores

Castillo de  los Templarios, Ponferrada
Casa Samuel, estación de postas, vuelve a enamorarme. Sus gentes, mis yoes, incalculables, inconmensurables. Disfrute inesperado, risas y suspiros. Respiración presente, de noche y día.

Salamanca nocturna, mi relámpago en el estío. A su sombra me cobijo. Sus piedras me  elevan. Encuentro del Ser con el Ser. Sin culpa, a pesar de la insistencia y el amargo sabor de la inercia egocéntrica. En sus espacios, con descaro travieso, me relaciono con ellas, las facciones regaladas de mis personajes.

Mariposas en el estómago, lujurias en las conversaciones. Pimienta sazonada en la mañana, en el carrusel de tareas ofrecidas y aventuradas. Sin límites a la hora de estrenar piel. Unas y otras mascaras del carnaval salmantino que interpretan el amor restando distancia a la separación del Ser, para la felicidad de este, rescatando el amor cual peregrino del camino salvando puentes.

¡ah, si las rutas hablaran!

San Martin y Miranda, castañares, fuente natural, entre bosques.

¡Disfruté!

Cementerio al pie de la torre atalaya, entre dos paredes, testimonio del amor eterno. Terreno de los callados. Almas, testigos que custodian la historia de condes y princesas. Que suerte que se amaron.

Creciendo en mi interior camino ancho de Castilla, hacia un lugar de voces mescladas en armonía de amor denunciado bajo planicies de plata, custodiadas por huracanes venidos de otros lares, preñados y nuevos, en busca de agua para bañarse.

Astorga, Ponferrada, Las Medulas orgullo de pasos pesados en la tormenta de chocolate que truena en mis oídos. Torrenciales de desmanes, conducidos por vías pecuarias, cañadas de atrios, de almas romeras que se consuelan con ellas mismas en el roce de su cuero. Un abrazo sincero, nudo de brazos largos, estirados para abarcar el sentimiento en un grito mudo, fusionado que rompe la montaña y separa cantos rodados de la arcilla y la arenisca descubriendo el oro de sus faldas, “Ruina Montium”.

Cómo vivir sin ti, Salamanca, oasis en el edén. Son tus guantes curtidos que me coquetean.

¡oh! Eso sí, cómo vivir.

Sara y Chus. Cipreses junto al camino. Sombras frescas. Pies hambrientos. Almas, una desnuda la otra descalza. Voces del corazón, canciones del yo interpretadas por el maestro del recuerdo y quién sabe si otorgando amanecer a los ojos locos de tanto amor.

Hay tanto amor dándose, Salamanca, que adoro estar en ti.

Corazones empeñados en amar a la luz de Sagrados Corazones. Aprendiendo a ser diferentes. Que se empeñan en ser lunáticos comportándose desde  la razón, sin llamar la atención.

Sueño salmantino que me vuelve loco, siempre lavadero para bañarme desnudo. Vestido para presumir y volcar la copa del veneno arrojado sobre él. Déjame todas las noches soñar contigo.

Que feliz de haber estado presente, de descubrir matices velados, imprescindibles para amar. Retorno a mí, más cerca del que soy, del innombrable por el ego. Dios, Energía, Polvo, Cometa que atraviesa corazones. Que feliz soy conociéndome de regreso. Dejando que la piel viva sus deseos. Fantasía de querernos. Secretos a viva voz que fluyen por entre los labios.

Samuel te echaba de menos, donde me siento conveniente, relámpago encarnado en aquí y ahora. Comprensión fluyendo sin pensamiento, ocurriendo.

Días de espuma, montañas que no son pechos de mujer, belleza desdibujada en paisajes distintos, unos anchos y secos, otros frondosos y húmedos de sexualidad que brota natural sin pornografía, generosa, sin límites ni moral entre barrotes. Días de amor, de enamorarse, traslucidos, llenos de lunares, trajes de faralais para días de feria. La feria del amor donde enamorarse de Lua –que es luna- y de Teresa, que es madre. La feria del pisar firme para dejar huella dentro. Goce sin fin, mezcolansa de espíritu y carne y comprensión. Besándose la piel celosa de sí misma, viajando entre dos puntos distantes de un abrazo.

Tan dentro de mí, de regreso, te llevo, amor, recuerdo de mí. Y ahora el silencio os nombra. Paredes que se expanden buscando un destino sin sorpresas al abrir la puerta para que entre el deseo en mi pecho excitado gustoso de consumirse por el fuego interior. Mordido por un rayo. Derribando fronteras estúpidas. Ellas sin saberlo, yo aferrado al momento para no caerme al suelo. Y me estremece que hubiera sido si yo no hubiera estado conmigo a la puerta de mi identidad, expresando amor. He reconocido mis personajes y me he reconocido en el amor.


Gracias Samuel, gracias Salamanca!!!

4 comentarios:

  1. UN TESTIMONIO PRECIOSO!!
    MUCHÍSIMAS GRACIAS A TI.

    ResponderEliminar
  2. Poética descripción, intensa pasión por la tierra y la belleza, me alegra tu amor, el disfrute y que lo compartas.

    ResponderEliminar
  3. Cuántos sentimientos has reflejado ..!!!! Gracias por estos días y por nuestros momentos.....quedan grabados.

    ResponderEliminar
  4. Que suerte formar parte de estos sentimientos tan intensos y sinceros. Han sido un regalo.
    De una admiradora que no suelta prenda.

    ResponderEliminar