foto tomada en una casamata del
Baluarte de Candelaria.
Feria del Libro 2017
Cádiz
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En el dolor me sostengo en mi
capacidad de crecer. Por mis muchas experiencias he podido hacerme un mapa de
mi territorio y comprobar cuan mejor persona soy tras los quemados puentes
cruzados.
El miedo al dolor, como ante sala
del miedo a la muerte, lo he experimentado en el dolor por las perdidas, en el dolor
por frustración, en el dolor por las relaciones, en el dolor por la
transformación. Dolor por los batacazos de la realidad. -Una nota para tener en
cuenta: a mayor deseo mayor batacazo.
+Tengo = +miedo a perder
+Deseo = +miedo a perder
Que duela no es malo. La perdida nos sitúa ante un movimiento a lo esencial. El dolor es sagrado, dotado de sentido para el crecimiento. No obstante, es jodido que duela.
Que duela no es malo. La perdida nos sitúa ante un movimiento a lo esencial. El dolor es sagrado, dotado de sentido para el crecimiento. No obstante, es jodido que duela.
Yo he aprendido que nada es lo
que parece en la perdida, en la enfermedad, en el dolor. Hay una enseñanza, una
llamada de atención, un tirón de orejas. No sé cuáles serán mis fortalezas, ni
si quiera sé sí se me desvelaron con las lágrimas. Pero sí sé que cada día es
nuevo y eso lo aprendí con dolor. Y lo he aprendido o lo estoy aprendiendo con
vivencia. -Soy lenta en comprender, por eso me proveo toda la vida para
aprender- Estoy aprendiendo a vivir en la consciencia de que no tengo nada que
temer, que no necesito guiarme por el miedo.
Pero he podido dar forma y
aspecto a mi dolor para visualizarlo y gestionarlo de la siguiente forma:
Si mi dolor tuviera color, sería
de color verde.
Si mi dolor tuviera sabor, sabría
a acetona.
Si mi dolor tuviera olor, olería
a rancio y húmedo.
Si mi dolor tuviera sonido, mi
dolor sonaría a viento, a puertas batiendo.
Si pudiera tocar mi dolor, sería
áspero.
-Te invito a que te hagas estas
preguntas y reflexiones tus respuestas conectando con tu dolor.
Voy a enumerar algunas de mis
perdidas, muy significativas.
·
La perdida de la inocencia, a pesar de haberla
trabajado, de trabajar las culpas, de haberme perdonado y perdonado a la otra.
A pesar de lo caminado, visualizarla me provoca tensión por la falta de
expresión de la rabia.
·
La perdida de Sandra, la cerré con un cuento
veinticinco años después de su partida. No obstante, persiste una gran
tristeza. Lo antinatura que es perder a una hija no tiene consuelo.
·
La perdida de Mane esta sin resolver, un duelo
pendiente. Teñido de rabia y de tristeza, de amor y de odio. Como la de Sandra,
una perdida trágica y sin avisar. Un ahora estas, ora ya no.
·
También, la perdida de la audición, me ha
generado un gran dolor que voy a poco aceptando con la ayuda de la tecnología
audioprotesista. No sé si un duelo que acabará porque la perdida es progresiva.
El dolor pone en crisis nuestra
existencia y nos invita a cambios. La vulnerabilidad, la no pertenencia, la
intermitencia, la desconfianza. Realmente no he tenido conciencia de atravesar
un duelo. Sin embargo, sí siento haberlos transitado. Con rabia hacia mí misma.
Un dolor, el de las perdidas, que
sabemos necesita de la elaboración de un duelo. Y, sabemos que la perdida
genera un vacío. Sin embargo, no un vacío para ser ocupado, pero sí una
oportunidad para dejar entrar en nuestra vida, la renovada savia. Tenemos una
lucha constante en esto de cubrir la carencia, de llenar el vacío y esta lucha
no acaba hasta que no aceptamos la perdida y asumimos nuestra responsabilidad
de avanzar.
Es imprescindible dar permiso
para marchar a la persona u objeto de la perdida. Para ello hay que resolver
las cuentas pendientes de Amor y Odio, de Rencor (su introyección la culpa) de
Perdón, de Agradecimiento.
En mi crecimiento y desarrollo
personal me he dado cuenta del valor del desapego. Vivir cada emoción en su
momento, la vida es así, duele. La vida esta llena de Holas y Adioses. El Sí o
el No al dolor. Sí, aceptación. No, huida y evitación. No, confrontación vs
kamikazes. La vida necesita y conlleva el roce, la confrontación y también la
distancia. El apego saludable.
Me he dado cuenta de mi EGO que se construyó de las experiencias de
dolor. Un EGO que se alimenta de la tragedia y que me ha recubierto ante el
dolor. Hay disfrute al exponerme a las experiencias de dolor, propias y/o
ajenas. Las lágrimas nos hacen fuertes, sin embargo, si las fortalezas nacen
del “yo puedo” no me sirven, es EGO. Hay una falsa ecuación, con dos aspectos a
tener en cuenta. Por una parte, ser vulnerables no lleva a la Inseguridad y la
Evitación que nos conducen ambas a la Repetición de errores vitales. En otra línea,
ser vulnerables nos hace sentir Algo Roto. Este sentir es fruto del Deseo o de
la Fantasía o de Creencias Falsas que dan forma a un EGO.
¡Ojo con los duelos que surgen de
desprenderse del EGO!
Me he dado cuenta que en la
fragilidad esta la mayor fuerza. Catorce años tomando conciencia de ello, ya
tengo tablas para desenvolverme. Ser adulta es tolerar la soledad y la perdida.
La vida esta llena de “Hola” y de “Adiós”. El duelo me ayuda a darme cuenta
cuando me desnudan las perdidas. Lo primero que nos pide el dolor es
recogimiento. A veces la vida es también pasividad. A veces, en el duelo, hay
que dejar de hacer. Seguir viva es siempre un esfuerzo.
¿Qué he podido hacer? dejarme
acompañar y acompañar a la otra. Ayudar a una persona a sacar su dolor me ha
ayudado a darme cuenta de mis dolores enquistados. Dejándome impregnar por las
experiencias de las otras y en un espacio de compartir profundo. No taponar el
espacio del duelo para dejar fluir el dolor hacía fuera. Sostenerme con mis
recursos. Acoger el dolor en posición fetal. Encajar la vida como viene. Como
los duelos son acumulativos, generar una lista de prioridades sobre de qué
tengo que llorar, sobre qué tengo que sanar.
Para todo ello, son necesarios los
espacios y los facilitadores, tanto cosas como personas que nos facilitan la
expresión. Los duelos se comparten, se escuchan, se respetan. Y por supuesto,
no se comprenden.
Del apego surge el sufrimiento; del apego surge el miedo. Para aquel que está libre de apego, no hay dolor y mucho menos miedo. (Buda)
ResponderEliminarEn algún lugar leí que escribir consuela, cauteriza, fortalece, es una terapia... Nada nuevo que no sepamos quienes amamos la escritura. Sigue los dictados de tu corazón sin olvidar que "el dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional", que sólo los fuertes son capaces de mostrarse frágiles...
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