he pronunciado esta palabra
y se me ha llenado la boca de dolor".
El dolor como la gratitud surgen desde dentro, desde lo profundo, desde la cuna de los sentimientos. Allí, sí, también anida el dolor, el físico y el emocional. Y cuando hablamos de dolor físico, de una punzada que nos recorre las cicatrices, del pecho, del cuello, de la axila… decimos: “parece que me dieron una puñalada”.
Muchas personas reconocemos esa puñalada.
"Puñalada trapera", un término que tiene su origen en los desgarros
que se producían en la tela. El cáncer me agredió de esta sucia manera y me
produjo un desgarro sistémico, un fuerte sentimiento de daño y desolación.
Esta, como otras que me han dado en la vida, la he tenido que respirar. Por una
parte, me ayudaron los analgésicos, la cirugía, los profesionales sanitarios, la aecc con las personas que la integran, otras
terapias (meditación, neuropatía, yoga, acupuntura, relajación…) y el tiempo
que, inexorable y verdugo, en positivo o en negativo, todo lo sitúa. Por otra
parte, poner en juego mis recursos aprendidos y asimilados de la experiencia
empírica fueron necesarios para volver a pavimentar la base de la salud. Y al
mismo tiempo, al dolor me ayudó a paliarlo, el compartirlo, como el agua para
el fuego o el viento a la llama, como el llanto a la pena. Expresar ese dolor
que me afligía, describiéndolo, fue un sedante natural muy poderoso.
El mal que me produjo el cáncer era
holístico. Era un dolor que abarcaba mi cuerpo y mi mundo emocional y mental.
Un martirio que me rompió la vida. Una dolencia social y de sociedades. Un
dolor que se expandía a la familia, a la pareja, a los amigos y los vecinos. Un
lamento, el del cáncer, que minó mi fe y desmanteló mis creencias, que
trastornó mi espiritualidad. Una angustia que me contaminó la mente y me volvió
loca. Encontrar una ventana para gritar este pesar fue vital. Por fortuna, pude
encontrar el altavoz por el cual vociferar el tormento que me producían las
heridas de una enfermedad que no sabe de hermanos ni amigos, ni padres ni
hijas, que no entiende de edades ni de proyectos ni de futuros, pero que, al
acogerla, escucharla y expresarla, mermó su capacidad de hacerme daño. Esta
ventana la encontré en mi pareja, en una amiga que me escuchaba, en la
psicooncóloga, en la familia, la escritura. Pude, también, encontrarla en una pared que derribé,
descargando sobre ella la ira, la injusticia y la impotencia.
Cáncer, un concepto que dicen algunas
personas que pasa como con el corazón: que no duele. Y yo digo que sí, que
duele y desmesuradamente, a raudales. Te duele cuando lo padeces y mucho tiempo
después. Me duele el cáncer que se llevó a mi cuñado, me duele el cáncer que
amputó a mi prima, y a tantas amigas, me duele el que ya no me dejó trabajar
más. Me duele porque el cáncer conlleva muchas pérdidas. Cuan tsunami que
arrasa con todo. Sin embargo, ahora afirmo que ¡el cáncer y su dolor se pueden vencer! Porque el ser humano tiene
una capacidad de sanación y de resiliencia sin límites. El cáncer se hace débil
ante la voluntad, el amor, el coraje, la necesidad y el deseo. Cinco valores
con suficiente fuerza de curación y que, actuando en sinergia, son nucleares
para la sanación.
Por eso, hoy, y desde ayer, me sobran
razones para utilizar el término “gratitud”, porque agradecer a la vida lo que
la vida me ha dado es necesario para que reine en mí la armonía y la salud.
“Gratitud,
he pronunciado esta palabra
y se me ha llenado la boca de salud”.
¡Gracias, por poder expresar esto aquí, trece
años después de aquel insoportable diagnostico!
Una versión de este texto, ajustada a las bases del II Certamen de Microrrelatos Hay Esperanza, propiciado por la Fundación Vencer el Cáncer, esta integrado en el libro publicado, fruto de dicho certamen, y presentado en la Feria del Libro de Madrid 2016. Si quieres comprarlo y apoyar con tu aportación la investigación sobre el cáncer, puedes hacerlo en este link: http://www.bubok.es/autores/VencerelCancer
Una versión de este texto, ajustada a las bases del II Certamen de Microrrelatos Hay Esperanza, propiciado por la Fundación Vencer el Cáncer, esta integrado en el libro publicado, fruto de dicho certamen, y presentado en la Feria del Libro de Madrid 2016. Si quieres comprarlo y apoyar con tu aportación la investigación sobre el cáncer, puedes hacerlo en este link: http://www.bubok.es/autores/VencerelCancer
"Gracias a la vida que me ha dado tanto..." decía aquella canción. Entre otras muchas cosas, yo agradezco a la vida el que estés aquí y te haya hecho coincidir conmigo en un tramo del camino.
ResponderEliminarJuan Carlos me quedo con lo último "Gratitud"
ResponderEliminarAnimo y valor para todos los que lo padecen.
Un saludo.
Muy esperanzador, muy sentimental y muy de actualidad.
ResponderEliminarSalús.
El cáncer también mina las conciencias de la gente, que se acostumbran a oír su nombre como quien oye llover y como con la lluvia abren sus paraguas y se resguardan. Sólo los que lo han padecido entienden esa amalgama de sentimientos encontrados y ese tobogán de emociones. Gracias, sin embargo, a los que ponen su corazón en la solidaridad. Enhorabuena, Juan Carlos, porque ahora lo miras con una mirada valiente y sana.
ResponderEliminarGratitud sentimos cuando hemos integrado...cuando hemos transitado por lo positivo y negativo de la experiencia...
ResponderEliminarexactamente querida Mamen! solo la aceptación es capaz de descubrirnos que la enfermedad no se rige por una matriz aleatoria, sino a través de la vida, ineludible, para que podamos sentir y fluir por de ella con el agradecimiento cristalino que revierte la plena conciencia de ella.
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