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Las Médulas, León |
“La vida es frágil
pero el amor es para siempre”. Me decía ella con el corazón en sus pupilas. Esos
últimos días, sobre mis brazos recamados, su cuerpo quiescente iba adquiriendo
la crujiente naturaleza pálida con que se viste el cambio de estación. El alba
había adelantado su hora y el ciclo de la vida irrumpía en mí como una
incrustación de cólera. Yo quería retener el inabarcable sabor de sus labios y
la delicada textura de su piel. No olvidar sus andares felinos ni su sonrisa esbozo
carmín sobre su rostro papel de seda. Pero mis adentros se cimbreaban con una
amalgama de perlas negras a través de mi melocotón herido. Y fue entonces que
tuve la peregrina idea de grabar su voz para cuando emergiese la desolación en
tardes de otoño. Acariciar mis oídos con la grabación de los miles de registros
que ella era capaz de expresar ha salvado mi vida para desdicha mía. Para un
naufrago en el gélido oscuro mar de la viudedad, el amor es para siempre pero
la vida es frágil.
Gracias Juan Carlos por compartir tus relatos.
ResponderEliminarHe leído éste y otros que me has enviado y están en tu blog y todos llevan tu sello tan particular.
Salud.
Buenas noches Juan Carlos, las herramientas del idioma se estan haciendo visibles, ahora queda la parte más personal y al mismo tiempo la de mayor transcendencia social, que ese idioma, a través de las palabras hagan universal nuestro ser más primigenio.
ResponderEliminarEstoy seguro que ya estas en ese nuevo camino.
Un fuerte y sincero abrazo caminante
NAMASTE
ARMANDO
Precioso. Un texto lleno de belleza y sensibilidad donde queda patente la fuerza y la grandeza del amor; también, cierto vestigio –o tal vez tremendo- de vacío y soledad ante una nueva realidad sin la persona querida y amada…
ResponderEliminar¡Un abrazo enorme envuelto en una hemorragia de amor!
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