Texto realizados en el curso de Creación Literaria, del CEPER Pintor Zuloaga, aula Arbolí
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negro sobre blanco |
La vida tras el bigote
Como un bigote a lo antiguo y con
las últimas claras del día, no se le
puede dar cuerda al reloj. La brevedad de la vida no da para caminar,
conquistar y desaparecer, oculto tras un bigote a lo antiguo. Más bien, con la
fidelidad que un hombre cuida su bigote, compañero tallado con el que reparte
suerte en un efímero y eterno tic tac del segundero, como un bigote a lo
antiguo, Perdonar -Per, constancia y
totalidad- y Donar, dar constante y totalmente- como un
bigote a lo antiguo, roce del reptil por la tierra, en el mundo de las formas
paganas, ser capaz de amarse y saborear el goce que es vivir sin disfraz, que
al fin y al cabo es lo mismo.
Desnuda
No estoy acostumbrada a tener compañía… y menos aún de semejante
ser hirsuto. Me cansan las sombras que profanan la mía. Siempre fui reacia a
encontrarme con grotescas criaturas en una extraña prostitución a la diosa
naturaleza. Es como dice Nietzsche, “la
creatura y el creador se unen”. Hermosa melancolía del porqué de las cosas.
Esta criatura me hace subir como la espuma de la leche y no deseo que me
arrastre hacia la maraña del laberinto de su caricaturesco cuerpo.
Serpiente que susurra a Eva.
El beso
Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Un
sinnúmero de ajenas sueñan con vivir una aventura sublime. Algunas, las
exitosas, las vivieron. Ahora soy yo el protagonista exaltado de esta que les
voy a narrar, rojo encendido por la emoción con la mirada perdida y oculta la
razón. No sé si fue un beso o un simulacro de realidad, sin embargo me sentí
como la primavera que presiente los nuevos brotes y dejándome llevar cual rama
a la deriva en el río de la lluvia; consumido el beso, quede invadido por
el silencio altanero.
Desvelar
Encontró una carta en mi cajón que no iba dirigida a ella, la leyó… Ficción,
embustes, engaños; una misiva cargada renuncios de un diestro en el arte de la quimera. Mentiras escritas que como
las ondas sobre la superficie del lago iban creciendo al chasquido de una pluma
cargada de humo. Una neblinosa bruma matinal que encubre mis violentos deseos
de zurcir me niega salir del laberinto.
Por una necesidad de sentir afecto y ternura me invente un amor al que no puedo
renunciar, sin embargo a la mentira como al sol no se les puede mirar de
frente.
Al descubierto
-Por cierto ¿hoy es domingo?
Inquirí a quien invadía mi
asiento, una chica desvaída que pareciera que nunca se hubiera peinado.
Una racha de viento ahogo la
lámpara de mi cabeza. Ya no había razón en las oscuras oquedades.
-Por cierto ¿hoy es domingo?
La desgarbada ataviada con trapos
de un ropero de caridad, seguía sin responder.
Rincones de casapuertas con
desconchones que parecen caras de Belmez, así quedo mi mente tras los envites
del temporal.
-Por cierto ¿hoy es domingo?
La zarrapastrosa se muerde la
lengua. Tiene un perro por familia.
Poema de amar
Los hombres que a mí me gustan no saben llorar ni se
sustraen al abrazo genital. Hombres que abandonan el pene, que olvidaron la
vaginalización de la mujer y moran en una sexualidad sin dobleces. Una
sexualidad sin jerarquía en la relación con los cuerpos, en un nuevo desorden
amatorio, lejos del coito como principio rector del caos. Hombres que reniegan
del turista y recuperan al viajero, que esquivan lo permitido y acuden a lo
prohibido, que danzan al compás del agua de la fuente que me recorre imparable
para saciar la sed de piel. Hombres que me estimulan el goce de los goces y me suscitan orgasmos sempiternos. Los
hombres que a mí me gustan recitan el Ars Amandi1.
1Poema de Ovidio
Otro final
Y su relato, vocero de lo
acontecido en el último capítulo, era escuchado celosamente por todas, desde el
abuelo languidecido a la afanada ama de casa pasando por la chiquillería
alborotada esperando que se abra Pandora, todas ellas, deseosas, se agolpaban
prestas a recibir una dosis de oleos balsámicos para sus desdichas.
Europa
Deberías airearte un poco, estas
llena de telarañas, polvo y caspa. Cuando me hablan de ti se me llenan los
oídos de tierra seca y me llega un olor a bolitas de alcanfor. Eres puerta
equivoca, a veces hermética a veces viciada. En el aire que respiras no
permanece la credulidad. Deberías concebirte y abortar en un continuo
vida-muerte-vida y deberías hacer girar el cuchillo para seguir el rumbo que te
marque y deberías exigir con él igualdad, libertad y fraternidad. Lo que no debes hacer es silenciarte.
Indecisión
Las flores blancas preñaban el
espacio y el olor otoñal se reflejaba en las gotas de lluvia.
¡El cielo estaba rabioso!
Es tarde y Papito espera, como
las velas al viento. No hay pamelas ni tocados, el
protocolo no lo requiere, las figuras veladas en sombra lo anuncian bajo la luz
amarilla prendida de la piedra ostionera. Dentro, bancos alineados. Fuera,
cámaras polaroid. Por todos lados, nudos de corbatas y tacones de vértigo. Las
manecillas marchan atropelladas. Hay cuerpos que se entrelazan, miradas con el
rabillo del ojo, murmuraciones opacas y piropos.
¡Que guapas estamos todas!
Y yo sigo sin saber qué hacer ¿La
espero dentro o salgo a buscarla? Salgo, y la grúa se ha llevado el coche
nupcial.
La rueda de la vida
Ángela sentía una angustia
continua que se fue tejiendo vuelta a vuelta, punto a punto con las agujas del
dolor. Todos los ángulos de su existencia los ha inundado la sombra del
silencio. Ya no está su amor, y con él se fueron el manitas, el contable, la pareja sexual y el calentador de cama. A Ángela, la muchacha
antivestida, todo le asusta, tiene miedo de todo. Y el revés de la muerte, pese a
la pulga interior que aguijonea a Ángela, rueda invariable. Forzada a talar el
árbol sin hojas de la tristeza y cubrir la huella de la puñalada, Ángela, con
la voz extinta en su garganta y una gota salada sobre la tarjeta, acompañada de su cuñado, el que contrasta con
el más débil, por primera vez ha sacado
dinero de un cajero.