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fresco en el museo de la Catedral de Astorga |
Al momento los gestos de
sorpresa, las caras de susto y, también, la disposición presta inundaron el
espacio que acogía aquella primera sesión. Unas esperaban que por ser hoy, orto
del curso, no pasáramos de una mera exposición de contenidos y presentaciones,
y así llegaría el ocaso del tiempo sin tener que mostrarse por miedo a las caras desconocidas y el desnudo
escénico. Otras, osadas o marineras curtidas en destaparse,
felices de embarcarse en esta nueva travesía.
Al final, todo se dio como ocurre
siempre en la vida, un paso tras otro. Unas, las más, tropezaron con una piedra,
otras usaron la piedra del camino como asiento, otras moldearon la piedra y, de
algo tan efímero como una sesión de inicio que da pié a otras, oímos, como
relatos poéticos y novelescos, vidas travestidas.
Tras una de estas, escondida en una
mente maravillosa, percibo a una de esas personas a las que la sociedad tilda
de “loca”. Adorable ser, y me gustaría escribir como ella se narra y
compartirlo con vosotras, “las personas sensatas”, las que habéis conocido la
cordura en su plasma más cercano y lejano a la infinita incomprensión del SER y
que, pese a ello, seguís ligadas a una sociedad pérdida en la razón.
Comienza a comunicar y nos habla
de la locura como de una mente abierta a percibir una realidad diferente, más genuina.
Vista con una mirada blanda para que el sentir del “aquí y ahora” no sea una
pistola cargada que se vuelve contra ella, contra una misma. Una realidad que da
expresión al ser en la forma, con un anhelo del corazón y el objetivo la psiquis.
“Con cordura y las últimas luces del día, no se le puede dar cuerda al
reloj”-nos cuenta. “La brevedad de la
vida no da para caminar, conquistar y desaparecer oculto tras los delirios de la sensatez en las
últimas luces del día. Más bien, con la fidelidad que un hombre cuida su
bigote, compañero tallado con el que reparte suerte en el efímero y sempiterno
tic tac del segundero, cuidar de la locura con constancia y totalidad; y como
el roce del reptil por la tierra, en el mundo de las formas cuerdas, ser capaz
de zigzaguear, perderse y saborear el goce que es vivir sin disfraz, que al fin
y al cabo, es legítimo”.
¿Inevitable destino? –yo me pregunto.
¿SOMOS TODOS ENFERMOS MENTALES?: MANIFIESTO CONTRA LOS ABUSOS DE LA PSIQUIATRIA, de ALLEN FRANCES psiquiatra EEUU
ResponderEliminarUn libro que nos advierte de las graves consecuencias de la progresiva medicalización de la normalidad. Un auténtico «Yo acuso» contra los excesos del diagnóstico psiquiátrico.Antes, una persona podía penar el duelo de la pérdida de un ser querido durante un largo tiempo y eso se entendía; en la actualidad, más de unas sema nas ya se considera un trastorno depresivo, y qué decir del síndrome de déficit de atención, del síndrome del comedor compulsivo…Todo el mundo conoce las preocupaciones, decepciones, fracasos…Estos desafíos están asociados con una vida“normal”. Sin embargo, la tendencia actual es considerarlos“trastornos mentales”que requieren tratamiento médico. ¿Somos todos ya enfermos mentales? se pregunta en este libro Allen Frances, quien dirigió durante años el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM), biblia de la psiquiatría mundial, en donde se definen las enfermedades mentales, se enumeran los síntomas y se hacen los tratamientos específicos. Ahora, alarmado ante la deriva que lleva el nuevo DSM, lanza un grito de advertencia, esta vez para todos, porque a todos nos afecta. La psiquiatría está perdiendo de vista la diferencia entre lo normal y lo patológico. Bajo la presión de las empresas farmacéuticas en particular, no está lejos de considerarnos a todos nosotros locos,...