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poesía son ellas,
dos criaturas bellas en todos los aspectos
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La poesía comienza a ser un peón a mover en mi tablero de las palabras. He
dado el paso hacía una senda donde las palabras trascienden la realidad para convertirla
en real. Espero que quienes puedan llegar a leerlas encuentren en ellas un reflejo para
sus emociones, un pellizco en las asaduras que les haga llevarse las manos al vientre.
Espero que nadie se electrocute, pero sí que se acalambre.
Agradecer a Miguel Angel García Argües
y Claudia Capel, porque en sus talleres sea ha gestado mi deseo por la poética y me inspiran.
Y, por supuesto, a tantas compañeras a las que he conocido y escuchado sus
lecturas que alimentan estas pinceladas de lo real.
En la Orilla de la
Perdida
Me duermo desnuda,
después de que la mar
haya muerto
y mis sueños con ella son su cadáver.
Quisiera quitarle la piel
y proyectar su aroma
sobre mis sabanas,
en la resaca nuestra historia.
La mar ha muerto, los surcos de la arena son su cadáver.
haiku
Sobre el rocio,
que viste la pradera,
me tumbé vacía.
tanka
Funda de vaho
que vela el espejo
oculta celos.
Tracé con el dedo y
lo borré con la mano.
impertenencia
En el espejo público,
sopa de proto-almas,
almacén de piezas cósmicas,
me vi.
Me vi,
enredada en madeja de la mañana
y el complicado laberinto del
tiempo.
En un espejo,
que no fantasea ni miente,
que no tiene remordimientos.
Me vi
vaciada en las demás,
distanciada de mí.
Si quieres
Si quieres saber de la
luna, escucha la voz de los árboles.
Si quieres hacer reír y
saltar y soltar una lagrimita a la luna, cuéntale un cuento
de niñas rebeldes.
Pero si lo que quieres
es romper el reflejo de la luna,
busca un lago lleno de errores.
Si quieres oír a la
luna, acerca tu oído a una antorcha.
Si quieres ver la luna,
mira a los ojos del lobo.
Pero si lo que quieres es sentirla,
roza el aleteo de una
mariposa.
Si quieres bailar con la
luna, vístete de petirrojo.
Si quieres que la luna
se quede, háblale con las palabras que lamen las heridas.
Pero si lo que quieres
es alcanzarla,
mírala
hasta que tus manos
suspiren por tus ojos.