Saeta Marinera
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Castillo Santa Catalina
La Caleta, Cádiz |
Acuérdate de lanzar mis cenizas
al mar, como habíamos acordado. Nunca podré perdonarme que mis restos no acaben
siendo mecidos por el vaivén de las olas y que un pez, no importa el tamaño, me
esparza por los mares adherida en su lomo. Soñé de pequeña que sería pirata en
los siete mares. La vida, no tenía esos planes para mí. La vida, quiso que yo
fuera veleta de los vientos y girará sobre un gozne siendo guía y señal para
aquellos que no conocen su rumbo o cambian mucho de ideas, sentimientos o
gustos. Veleta y no pirata, este ha sido mi penitencia y haberme oxidado y no
servir a mis caseros. Cigüeña, no me olvides tú y lleva mis despojos en una
atada de tu pico mar adentro, que quiero volver a nacer. Quiero, tener un feliz
viaje al fondo de los mares.
Calle Fatalidad
Es como sale mejor, tirando de ella.
Cuando se queda atrapada y no puede soltarse lo mejor es tirar y
tirar hasta
que salga. Una inmensa minoría de las veces acertar en el calambre es la única
manera de extraerla. Estando ahí en el pozo, cabalgata de pesares de personajes
infaustos de tan normales o normales de tan faustos que viven irrealidades
prácticas que tienen mucho que ver con moralidad grosera y repugnante que les
habita por los callejones del fracaso, es difícil salir a flote. Empero, cuando
tu vida ya toma ese color amarillo anémico con irisaciones obscenas es el
momento de plantar cara a la depresión y gritar: ¡estoy viva!
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