Zoran Music, Autorretrato 1988 Centre Ponpidou, Málaga |
No voy a regatear sinceridades ni
detenerme en una puntillosa ilación de detalles, tampoco haré una ruta perdida
por los vericuetos de la memoria ya que mi única intención, con esta
revelación, es la de honrar la memoria de una persona, abuelo de muchas, que,
habitada por almas irascibles se entregó a esa mujer desnuda y tan bella como
un cielo despejado que libera al hombre de su cuerpo maltratado convertido en
un peso insoportable.
El ingeniero Bernardo, aprendiz
de quien era y arqueólogo de sus cavernas interiores se enfrentaba a la muerte
atado a su cama. Con estas frases le recuerdo: “la marina de guerra solo sirve
para tomar el té”. Y, “No es un pañal, adecuado para mayores”, me dijo, en otra
noche desapacible, con la mirada indignada.
Santo varón de misa, lotería y
copa, también para quienes le convivieron y lo era de ascendencia: Marques
(Grande de España) y Barón, títulos heredados de familia de los que él no hacía
aspavientos, más bien los ocultaba. No era hombre de boato, no, al contrario,
humilde obrero, bondadoso y generoso. No tuvo hijos, que yo sepa y las que me
cuentan, empero sí fue padrino en muchos bautizos, unos más cercanos -como el
de Mari Paz, su "hija" predilecta- y otros por compromiso, a los que él se
prestó y entregó. Hombre sensible, humano, cariñoso al que le gustaba de chupar
los ojos a la chiquillería. Recio y recto en su trabajo, con carácter. Sibarita
en sus deleites, gustaba de descorchar una botella y, acompañado, vaciarla en
copas disfrutando de infinitas e inagotables conversaciones, ya que él era
hombre de mucha mundología. Le gustaba de comer fuera, en buena compañía.
Hombre de cuadrilla, fiel a sus amistades, amigo de quien le preciara. Culto,
muy culto, de apariencia heredada. Disfrutaba de la fotografía y cuando pudo se
compró la mejor cámara que encontró. Viajero, por su trabajo y por placer. Supo
sacarle a la vida el jugo.
De lo que yo puedo contar y es el
Bernardo que conocí, quedan en mi recuerdo frases y hobbies. Además de la
afición por la fotografía, no se hartaba de pasear por el Corte Inglés, le
gustaban los zapatos. De su boca salieron expresiones como “Cojones, dónde
puedo ir a mear” o “de niño es más fácil”. Recuerdo su cantinela al iniciar
muchas de sus frases, sobre todo cuando hablaba del trabajo, -su gran pasión,
creo yo-: “vamos a ver”. Charlatán y risueño, “nos vamos la cuadrilla a Madrid,
qué bien nos lo vamos a pasar, jajajajaja”. Bromista, le gustaba de quedarse
contigo,
-“nos esta esperando Carlos” le decía,
-“dónde” le preguntaba Rosi,
-“debajo de un pimiento” le respondía, jojojojo -sonrisa picarona-.
Bernardo, persona que conocí
cuando ya no era del todo él, empero por lo compartido en largas noches entre
los meses de mayo y junio -que ni frio ni calor, aunque sí intensas- y por lo
que me contaron sus allegadas puedo sentar aquí palabras que lo definen y
alagan para recuerdo de nuestro encuentro, “tantos siglos, tantos mundos, tanto
espacio y coincidir”.
hasta pronto Bernardo
DEP
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