viernes, 8 de enero de 2016

enigma de ciudad amurallada

Y yo, en el fascinante proceso de mi caminar, consciente de que mis errores son el motor de mi movimiento deseado, fruto de carencias atesoradas, voy gozando de amor, de amar y de sentir el amor de aquellas personas ya conocidas y de las nuevas que despiertan en mí y conmigo una parte de lo nuestro que tiembla de emoción al permitirse nuestras almas rozarse.

Y en este momento, puedo decir que estos días cuentan como generadores a la esperanza e ilusión por vivir, días que han valido la pena estar alejado de la casa natal. Días de deconstrucción y construcción del nuevo Yo, de mi ser dando pasos con ritmo diferente y refrescar la memoria del Ser que soy. Días que me pulen los egos que me alejan del centro, que clarifican mis defectos, pero una vez más sin lágrimas, sin miedos, enamorándome.

Con un punto de loca, moldeándome en cada conversación, con cada nuevo espacio conocido, como un girasol a los calientes haces del astro rey. Ávila, ciudad amurallada, la nueva por conocer, libre de los vientos y abierta por los cuatro costados. Puertas que se abren, de entrada y salida. Yo que me abro y en mis entrañas permito el choque de galaxias al experimentar su cercanía. Y ahora seremos para siempre, le digo. Un te amo con voz, pero sin baile de pasión. Diferente y única Salamanca, la ya conocida, adoro tus piedras y amo a mis gentes, tus gentes. En ninguna encontré "palmeras en la nieve", aunque sí personas recubiertas de historias inconclusas, caminantas al igual que yo, en un estado de felicidad exclusiva y particular. Personas fluyendo por sus vidas en un sistema ampliamente abreviado y, unas en la queja, otras en la aceptación, otras sin saber a dónde, sumando al Todo sus experiencias de orgullo y dolor, soberbia o amor. Yo destilando en ellas, consciente de mi propia determinación y cambios en mi devenir por el lastre de sus pesos en mi mochila, voy generando mi pensamiento y capitaneando algunos de los suyos.

Algunas de estas personas, aunque estén rotas sus vidas, están vivientes, esperando el momento que transforme sus vidas, que les moldee, que les traiga paz a sus días, pero con miedos en el presente, rotando un bucle entre pasado y futuro, miedos a permanecer en el fracaso percibido en el aquí y ahora, sin comprender que se les escapa el tic tac.

Y a mí, un año más la ruta salmantina no me deja indiferente, libera mi corazón de malos olores y despeja mi mente de turbulencias del año viejo. Motivando y rompiéndome el espíritu del inmovilismo. Un año más, alimenta mi alcanzable sueño de partir para las Medulas en busca del nuevo oro. Otras tierras, otras personas, otras almas con las que fundirme, otras nuevas formas de equivocarme y aprender que el enigma de la vida no se puede perder tras ciudades amuralladas.

gracias Casa Samuel!


1 comentario:

  1. Decíamos ayer...: Fray Luis de León después de haber dado la última clase cinco años atrás.

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