lunes, 23 de julio de 2012

cuando se quiere de veras...

Digo yo, y es como vivo mis amores, aunque se me olvidará llamarlos o los dejará lejos o muy lejos de mi vida, yo siento, en esa víscera del cuerpo donde la palabra mal dicha hiere, que sois parte de mí. Que no sería yo la misma persona si no os quisiera. Porque me engrandece, me hace mejor persona. "Sois mis amores, parte de mi luz".


"Qué son los amores, sino esperanzas de vivir más y mejor".

Toda una vida me estaría contigo o toda una parte de mi vida me entrego a amarte. Porque pasarán los tiempos y vendrán otras personas, otros amores y yo seguiré amándote. Dicen que un solo instante compartido con otra persona nos une para la eternidad, máxime si en ese instante surge el amor. Y, considero que una vida llena de pertenencias, pero vacía de amores, no es vida. Contigo estoy viviendo.

"El amor verdadero es cuando el alma reconoce sus afinidades con la otra".

Entendiendo que el alma es inmortal, inmortal es el amor.

Cuando amas con todo tu ser (con toda tu alma) es para siempre y desde siempre. Porque el amor es atemporal. Cuando surge la conciencia de amar el tiempo no cuenta, en ocasiones, y me remito tanto a la experiencia personal como a gran parte de la literatura del amor, el tiempo se detiene.

Bendito el amor que sana enfermedades, que por el una madre entrega su vida, que los enamorados mueren de la mano…

Por otra parte ¿Por qué querer y qué beneficio conlleva querer?

A lo primero, ¿por qué querer? Es la necesidad de sentir el vínculo de la otra persona, la comprensión, el amor, la seguridad de ser con otra persona... No obstante, cuando nos sentimos plenos, no necesitamos al otro/a y, sin embargo, es fundamental para la plenitud la conciencia de que el otro/a está, que piensa en ti, que bebe los vientos por ti, que muere por ti.

"No hay amor fuera de nosotros, todo el amor está dentro de nosotros".

La afinidad (en el amor) para con otras personas, otros seres viene de cubrirnos en la vida, de alimentar el EGO. Y, de la necesidad de tapar los miedos, sobre todo a la soledad, hace que busquemos y nos enamoremos de otra, de otras personas.

Se da, también, la necesidad del querer para alimentar el deseo sexual. La loca (la mente) nos cuenta que el sexo ha de darse dentro de unos cánones, es de ahí que busquemos el amor, en ocasiones equivocadamente o empezando desde ahí debido a este patrón aprendido, solo para saciarnos sexualmente. Por desgracia, saciado el deseo, aparece la apatía porque desaparece la afinidad.

Para responder a lo segundo, ¿qué beneficio conlleva querer?

Me remito a lo expuesto: los miedos, la soledad y el deseo sexual. Son estos aspectos en los que, estimo yo, nos beneficiamos. Cuando amamos nos complementamos vs nos enamoramos de la persona que nos complementa. También esto es una respuesta aprendida y repetida por “la loca” (recuerdo que llamo loca a la mente). No hay nada ni nadie que nos complemente, somos seres completos.

Ésto me lleva a la siguiente cuestión: ¿Es posible qué el amor sea una necesidad del cuerpo y no del alma?

Me refiero al cuerpo como la envoltura del alma que se ha ido construyendo para vivir esta esencia que llamamos vida, valga la redundancia, para vivir la vida mortal. Un estado éste (cuerpo) gobernado, mayoritariamente, por la mente (la loca) y que necesita, además de otros, de valores abstractos como el amor o la libertad. Valores que cuando se vivencian son medibles biológicamente hablando. Alteran y determinan los biorritmos corporales. Provocan tanto estados anímicos como físicos que nos nutren o destruyen, haciendo tangible el valor “amor” pese a su concepto abstracto.

El alma, que sobrevive al cuerpo y es inmortal, es una parte del TODO, por ello, lo es TODO, no necesita de amar. Tendríamos que manejar términos metafísicos y cuánticos para entender que “el alma no ama, el alma es con otras”.

Aquí y en está conciencia, te quiero, Rosi.


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