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carnaval 2014, mercado central de abastos |
La necesidad de amarse. Dos
embriagadas en los aromas del día a día
que emanan de sus efluvios corporales,
sus ropas y sus perjumenes, en un vasto
y complejo territorio sin horizontes. Libidos olores del paraíso como un dulce
mantra de medio día ofrecido con la reminiscente juventud de la nueva luna para
deshonrar la profunda e insondable soledad del yo. Un vínculo atado por cuerdas
invisibles, de marionetas expuestas al fuego de las miradas públicas que
ensalzan o menoscaban, porque somos seres sociales y necesitados de pertenencia.
La necesidad de continuidad. Es
la expectativa que fluye del futuro abandonándose al nosotros para crear vida
después de ti y de mí. Quedando en la incertidumbre si esa vida nos honrará. Esperanzada
nuestra propia esencia tras la bruma de un hilo de prístina luz en la sonrisa y
mejillas depositada sobre el vientre que entre los dos engendramos. Compartir la
nueva vida y su cuidado nos sitúa ante la potencial muerte y esto nos eleva y
engrandece a la vez que nos lleva al borde del precipicio.
La necesidad de sexualidad.
Compartiendo un auténtico encuentro al goce de la íntima comunión. Juntas,
presentes, leales, en éxtasis. Tejiendo en la hondura de una con el sexo de la
otra una fusión, a veces de tres o más de tres, para el capricho del siempre
misterioso arriesgo de la fidelidad. Disponer lo que está en manos de la otra
abandonando lo mío confiándole miles de pequeñas gotas de miel en la boca de su
existencia.
La necesidad de compartir. Ambas,
pasajeras de un tranvía llamado “pareja”, Llamadas a dejar la tierra de los
extraños y vivos solitarios en asientos continuos dibujados de risas y lágrimas,
tristeza amargura y felicidad deshaciéndose entre las manos cogidas de dedos
entrelazados a semejanza de alas de mariposas. Alimentándonos de la otra y sosteniéndonos juntos en una
tierra engastada con el cielo.
La necesidad de perdón. El mayor
estorbo en la pareja es la ausencia de perdón intrapersonal. Si una no se
perdona como se puede perdonar a la otra, es un error, es la vida en pareja sin
música.
La necesidad de aprender. El gran
aprendizaje de la pareja es que, unas antes que otras lo verán o no y es así,
“puedo vivir sin ti”. Es lo sano, vivir sin la responsabilidad de la otra. Con
capacidad de decir sí, de decir no. Con conciencia de necesidades y deseos, de
límites y de atravesar verdades enmascaradas para dar cabida a lo diferente.
Aprender el respeto y respetar lo extraño, integrándolo en mí para crecer.
La pareja es un contrato velado de
ayuda donde cada una protege a la otra
de sus sombras y carencias. Un punto cardinal de la vida y del amor y no debe
ser centralidad ni hay modelo ideal. Cada pareja es responsable de encontrar
sus maneras afectivas y relacionales para crear un Nosotros en el equilibrio
del Tú y el Yo que nos enriquezca como personas, elevando nuestras almas.
Fritz Perls, creador de la
terapia Gestalt, escribió su célebre oración gestáltica:
Yo soy yo y tú eres tú
No estoy en el mundo
para colmar tus expectativas,
ni tú estás en el mundo
para colmar las mías.
Yo estoy para ser yo
misma/o y para vivir mi vida,
tú estás para ser tú
mismo/a y vivir tu vida.
Si nos encontramos,
será hermoso.
Si no nos encontramos,
no habrá nada que hacer.
Sed felices, con o sin pareja!
Mejor con.