Cuando queremos transmitir
saberes y experiencias a los hijos e hijas adultos y estos no son receptivos, es posible que sintamos
impotencia y enfado o que pensemos que no encontramos palabras para expresarnos y ser
entendidos. Pero si volvemos la vista atrás, a cuando éramos nosotros los destinatarios
de la sabiduría, observamos cómo nuestras actitudes eran las mismas, cuando
menos similares.
Sí te ves reflejado/a,
comprenderás de la incapacidad e infecundidad de palabras, que aún dichas con
paternidad/maternidad responsable, no llegan.
No obstante, no es cuestión de
buscar palabras rebuscadas y mejor dichas, sino más bien expresarnos con amor;
no pretendiendo corregir sino alumbrar y educar sobre maneras posibles de
hacer, de vivir.
Ser padres no es algo que podemos
aprender después de haberlos sido y errar en el intento. Ser padres y madres es
un saber que se experimenta en nuestra niñez, cuando somos hijos e hijas. Son
conocimientos empíricos que recibimos día a día sin ser conscientes. Educamos,
en la mayoría de los casos, como hemos sido educados, o en el adverso, sí
fuimos educados con error y nos decimos “yo nunca haré con mis hijos lo que mis, padre/madre, padres hicieron conmigo”.
Una cosa que hay que dejar ir es
la imagen idealizada de cómo deberían ser nuestros hijos e hijas, aun cuando
ciertamente necesitemos que sean distintos de como son. Esto nos llevará a
abandonar las expectativas que nos conducen a exigirles lo que no nos pueden
dar.
A veces el enojo con nuestros
hijos pasa por creer que deberían saber mejor lo que hacen, y sin embargo, es
posible que no lo sepan. Es posible que todavía estén construyéndose como
personas adultas e identificándose con ellos mismos. Y, es posible que, tengamos dificultad en darles lo que les solemos pedir: un reconocimiento, una valoración y un verdadero respeto.
El trabajo de cuidarnos y
nutrirnos es una transferencia que nos viene de nuestros padres. No obstante,
depende de nosotros mismos continuar con la vida eligiendo las cosas que nos
nutran y apoyen. Buscándolas en otras personas o en nuestro interior.
Abandonarnos a que nuestros hijos
no son nuestros que son de la vida es tarea indispensable para ser padres de
hijos adultos y no morir en el intento.
ser padre es muy difícil pero ser hijo también lo es.
ResponderEliminarse educa mejor con el ejemplo que con las palabras.
sobreproteger o sobrexigir a los hijos, no es bueno
ellos tienen derecho a y deben vivir una vida propia.
Efectivamente, no estar a la altura que requiere la paternidad/maternidad genera mucho quebranto en la vida de los hijos. A demás, ser hijo adulto es también una tarea laboriosa. Por una parte, aceptar que lo que nuestros padres nos dieron es lo que tenían y lo hicieron lo mejor que sabían es pieza fundamental para el puzle de nuestro crecimiento personal y de nuestra felicidad. Y, a la vez, también, responsabilizarnos de nuestra vida honrando a nuestros progenitores llevando una vida sana y fructífera de la que puedan sentirse orgullosos, así como nosotros mismos y en pro de generaciones venideras.
EliminarGracias por tu comentario.
hola juan carlos, la lectura padres hijos, me ha gustado.
ResponderEliminarTenia cerrados los ojos, solo me veia yo como hija, pero esa hija fue de otros tiempos y otros padres
Ahora la madre soy yo, y que despacito aprendo ,espero que ella me comprenda .
un besazo amigo.