viernes, 5 de abril de 2013

de padres a hijos adultos


Cuando queremos transmitir saberes y experiencias a los hijos e hijas adultos y estos no son receptivos, es posible que sintamos impotencia y enfado o que pensemos que no encontramos palabras para expresarnos y ser entendidos. Pero si volvemos la vista atrás, a cuando éramos nosotros los destinatarios de la sabiduría, observamos cómo nuestras actitudes eran las mismas, cuando menos similares.

Sí te ves reflejado/a, comprenderás de la incapacidad e infecundidad de palabras, que aún dichas con paternidad/maternidad responsable, no llegan.

No obstante, no es cuestión de buscar palabras rebuscadas y mejor dichas, sino más bien expresarnos con amor; no pretendiendo corregir sino alumbrar y educar sobre maneras posibles de hacer, de vivir.

Ser padres no es algo que podemos aprender después de haberlos sido y errar en el intento. Ser padres y madres es un saber que se experimenta en nuestra niñez, cuando somos hijos e hijas. Son conocimientos empíricos que recibimos día a día sin ser conscientes. Educamos, en la mayoría de los casos, como hemos sido educados, o en el adverso, sí fuimos educados con error y nos decimos “yo nunca haré con mis hijos lo que mis, padre/madre, padres hicieron conmigo”.

Una cosa que hay que dejar ir es la imagen idealizada de cómo deberían ser nuestros hijos e hijas, aun cuando ciertamente necesitemos que sean distintos de como son. Esto nos llevará a abandonar las expectativas que nos conducen a exigirles lo que no nos pueden dar.

A veces el enojo con nuestros hijos pasa por creer que deberían saber mejor lo que hacen, y sin embargo, es posible que no lo sepan. Es posible que todavía estén construyéndose como personas adultas e identificándose con ellos mismos. Y, es posible que, tengamos dificultad en darles lo que les solemos pedir: un reconocimiento, una valoración y un verdadero respeto.

El trabajo de cuidarnos y nutrirnos es una transferencia que nos viene de nuestros padres. No obstante, depende de nosotros mismos continuar con la vida eligiendo las cosas que nos nutran y apoyen. Buscándolas en otras personas o en nuestro interior.

Abandonarnos a que nuestros hijos no son nuestros que son de la vida es tarea indispensable para ser padres de hijos adultos y no morir en el intento. 

3 comentarios:

  1. ser padre es muy difícil pero ser hijo también lo es.
    se educa mejor con el ejemplo que con las palabras.
    sobreproteger o sobrexigir a los hijos, no es bueno
    ellos tienen derecho a y deben vivir una vida propia.

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    1. Efectivamente, no estar a la altura que requiere la paternidad/maternidad genera mucho quebranto en la vida de los hijos. A demás, ser hijo adulto es también una tarea laboriosa. Por una parte, aceptar que lo que nuestros padres nos dieron es lo que tenían y lo hicieron lo mejor que sabían es pieza fundamental para el puzle de nuestro crecimiento personal y de nuestra felicidad. Y, a la vez, también, responsabilizarnos de nuestra vida honrando a nuestros progenitores llevando una vida sana y fructífera de la que puedan sentirse orgullosos, así como nosotros mismos y en pro de generaciones venideras.
      Gracias por tu comentario.

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  2. hola juan carlos, la lectura padres hijos, me ha gustado.
    Tenia cerrados los ojos, solo me veia yo como hija, pero esa hija fue de otros tiempos y otros padres
    Ahora la madre soy yo, y que despacito aprendo ,espero que ella me comprenda .
    un besazo amigo.

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