Cumplido
los 49 y haciendo una mira retrospectiva de mi vida me encuentro que siempre
hubo, también junto a los momentos de progreso, momentos de duda,
capitulaciones imprevistas, interrogantes hondos. El poeta Rocki escribía a
éste respecto: “Se paciente con todo lo que no está resuelto en tu corazón.
Intenta amar incluso tus preguntas. No busques respuestas que no pueden
encontrarse, porque no podrás vivirlas. Vive todo. Vive tus preguntas, porque
sin notarlo, estas elaborando las respuestas”.
Cuánta sabiduría en las palabras del poeta. La respuesta a la vida está contenida en el
concepto “vivir”. Todas aquellas interrogantes, las culpas, los
arrepentimientos, las pérdidas,… Todo ello, ha de ser experimentado, vibrado, vivido
para que no se conviertan en piedras de lastre dentro de nuestra mochila para
el VIAJE.
Ya
no sé ni recuerdo cuántas de éstas piedras, unas, cantos rodados, otras,
adoquines con aristas y, las más, pequeños guijarros de río que durante los
años consumidos de mi vida se fueron sumando a mi equipaje. Me refiero con “los
años consumidos” a aquellos desde mis 13, aproximadamente, hasta los 39 años.
Veintiséis años vegetados, vividos sin conciencia ni responsabilidad. Aclarado
el término continuo… A partir de los 39 comienza para mí un nuevo trayecto. Es
como si antes fuera un pasajero en un tren de los de antaño: vagones con gabinas para
ocho personas, sentadas en dos bancos de madera, con una ventana que se abría a
modo guillotina. Recuerdo de pequeño no poder abrirlas, primero porque no me
llegaban los brazos y segundo porque no tenía fuerzas para levantar el enorme
cristal, a los ojos de un niño. Un tren, el Rápido, que tardaba 12 horas de
Cádiz a Madrid con su traqueteo característico. Ahora viajo como cliente clase
A en una unidad del AVE dotada de servicios personalizados y azafatos que hacen
placentero el trayecto.
No
quiero decir que la vida sea un camino de rosas y que no se sigan sumando
piedras a la mochila. Sin embargo, la mochila ya no va detrás oculta a la
vista.
De la comprensión que resulta de la aceptación e integración de las dudas o incertidumbres, los miedos, ansiedades y confuciones se da como resultado luz y sanación.
Ahora las dificultades, los conflictos, las preguntas, todas éstas piedras, las tomo en la mano, las sopeso y las cincelo. Unas las voy soltando porque no añaden nada al viaje, otras, las más bellas, las conservo y las hay que sin ser nutrientes ni dotadas de exquisitez quedan en el equipaje porque son maestras cargadas de savia, aunque su sabor sea amargo. Todas ellas son alimento para el espíritu. Energía, fuerza, vigor y avituallamiento para continuar un viaje que es único e irrepetible: La VIDA.
De la comprensión que resulta de la aceptación e integración de las dudas o incertidumbres, los miedos, ansiedades y confuciones se da como resultado luz y sanación.
Ahora las dificultades, los conflictos, las preguntas, todas éstas piedras, las tomo en la mano, las sopeso y las cincelo. Unas las voy soltando porque no añaden nada al viaje, otras, las más bellas, las conservo y las hay que sin ser nutrientes ni dotadas de exquisitez quedan en el equipaje porque son maestras cargadas de savia, aunque su sabor sea amargo. Todas ellas son alimento para el espíritu. Energía, fuerza, vigor y avituallamiento para continuar un viaje que es único e irrepetible: La VIDA.
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