¿Grosero y Soez? Sí, así se podría tildar al
comentario que acompaña el vídeo que visualice está mañana y corre por Facebook
estos días. El vídeo trata sobre unos monolitos (a mi modo de ver, símbolos de
decadencia) construidos en Cádiz dentro del presupuesto de conmemoración del
Bicentenario de la Pepa y recién inaugurados, aprovechando la, tan cacareada,
Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado.
En el vídeo se cuestiona, por parte de un ciudadano cabreado, grabando
teléfono en mano, el gasto de las administraciones públicas en obras y eventos
cómo estos, en menoscabo del gasto social. Máxime, en una ciudad y una
ciudadanía castigada por la lacra del desempleo desde hace décadas. Del que él
y su familia son víctimas inocentes.
¡Pues no! para mí son verdades como puño. ¡Nos están
jodiendo y bien! Y ¿qué hacemos nosotros/as? más bien poco o mucho, según quién lo cuente:
manifestaciones, 15M, stop desahucios, huelgas de hambre, retiros
espirituales, ¿suicidios? ...
Sin embargo, todo esto no cuenta para el gobierno,
para los gobernantes. Esto es cosa de un puñado de delincuentes, terroristas,
anti sistemas, perro flautas y no sé con cuántas más descalificaciones tacha la
oligarquía y clase política en el poder (los de ahora y los de antes, cuando
digo antes digo desde siempre -La llegada de los sistemas democráticos no
cambiaron nada-) a una ciudadanía, cada vez en mayor número y, cada día más
indignada.
Esto me lleva a divagar hacía otro tema candente “los
medios de comunicación y su papel en el adoctrinamiento y aborregamiento de las
sociedades”. Específicamente de las sociedades del llamado “primer
mundo”.
Estamos viviendo tiempos gloriosos para aquellos que,
ya desde tiempos romanos -precursores de una herramienta que sigue dando sus
frutos- utilizan los medios gráficos y audiovisuales para repartir entre la
masa “pan
y circo”.
Algunos/as estamos viviendo, atónitos, a cómo se ha
acabado con la libertad de expresión, a nivel informativo, coaccionando a los medios y las personas que trabajan en ellos o simplemente quitando de en medio la mosca cojonera** para tristemente bombardear con temas, maquiavélicamente creados a la carta de intereses oscuros, al acervo humano.
Un conjunto de la humanidad que devora voraz todo lo que le echen.
Concretamente, me refiero, al que convive en los pueblos, aldeas y ciudades de
todo el globo terráqueo. Porque no se acota en ningún punto señalado del mapa,
sino que se instala en cualquier lugar habitado por personas potencialmente
consumidores, ya sea de productos como de pensamientos. Jugando con las
palabras, se trata de esto mismo: “que se consuman productos y no se piense”.
No obstante, y en definitiva, estamos presenciando,
afortunados y privilegiados, el fin de un sistema decrépito y caduco. Que cual animal
herido de muerte, se defiende con todo lo que tiene y es sumamente peligroso.
No debemos, apuntaría yo, caer en la trama del depredador y servirle de voceros/as.
Quiero decir, no repetir lo que nos cuentan, lo que nos venden como verdad o
realidad. Porque esto sólo lleva a alimentar a la fiera dándole fuerza para
subsistir.
Bien es cierto, que estamos, actualmente, en una travesía a través del desierto que nos llevará ante un escenario nuevo del que no sabemos nada, sólo lo intuimos.
Quiero acabar está entrada con optimismo y esperanza, euforia y alborozo tomando palabras que le leí a mi amigo Fernando de la Riba y que a su
vez, cuenta él, acuñaron en uno de sus encuentros: "estamos disueñando el futuro". Que viene a decirnos, en mi entender poéticamente: “Lo
estamos construyendo”.
**Me resulta muy descriptivo, de esto que estoy tratando, la pregunta capciosa
que le formulo el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, a la periodista que lo
entrevistaba en >los desayunos de la primera<: "¿dónde está Anita?" en referencia
a la perdida de independencia de los medios informativos y
de sus profesionales, españoles y europeos.
Pues sí que tienes razón.
ResponderEliminarUn abrazo