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Doble arcoíris en Casa Samuel, Salamanca, Agosto'13 |
La vida se muestra como una paleta donde
mezclar y experimentar en diferentes espectros y con desiguales colores y tonalidades
para convocar al creador como guante para los dedos y fusionarnos con ella en
un arcoíris no siempre visible o en ocasiones duplicado. En una vida que se nos
antoja gris o multicolor, según el prisma del cristal de las gafas con que la miremos,
la paleta nos permite cada día conjugar momentos y escenarios con
circunstancias y realidades para ir estampando a antojo, a veces sin prevaricación,
el lienzo (nuestra existencia).
Según el escritor Británico de libros de autoayuda Adam J Jackson "La actitud es el pincel con el que la mente colorea nuestra vida y somos nosotros quienes elegimos los colores".
Según el escritor Británico de libros de autoayuda Adam J Jackson "La actitud es el pincel con el que la mente colorea nuestra vida y somos nosotros quienes elegimos los colores".
No obstante pienso yo que, aun así, no depende de
nosotros la coloración de nuestra vida sino que es la VIDA la que, a la hora de
nosotros combinar los colores, aplica en la formula su factor constituyente.
Porque no es que nosotros seamos los ejecutores al abrir el abanico de matices
de nuestra vida, sino que es la VIDA la que nos revuelve y menea la cubeta de esmaltes
que tiñen nuestro deslizar por ella.
Así, la rueda de colores que se nos va
revelando a lo largo de los días viene de un plano ajeno y distante a nuestra
mano y que las pinceladas que surgen brotan de una fuente, no extraña pero sí
exótica, divina o espiritual de la que no tenemos toda la capacidad mental e
intelectual de controlar para abrir o cerrar el grifo a nuestro capricho o
necesidad.
Una vida mostrada en tinturas que en
ocasiones se nos antoja abstracta o desnaturalizada, fruto de la verdad trucada
con que tergiversamos nuestro transitar por ella. Más, diría yo, movida o
removida por los pensamientos y las emociones, indistintamente o al unísono, sin
equilibrio en la obra. Conjugando tintes antagónicos y coopositores que nos
perfilan gárgolas grotescas, desdibujando nuestro verdadero yo.
Por otra parte, cuando la paleta, los pigmentos
y el pincel, capitaneados por la mano que los amalgama, se abrazan en una
combinación promiscua llena de vitalidad y luz, donde las sombras cumplen su
cometido y los brillos ensalzan los rostros, así los colores se realzan y se
antojan estos ir cogidos de la mano.
Y es entonces que la vida cobra sentido. Que
el color de fondo pone en relieve al objeto elevado de la pintura que este es
centro del meollo y corazón subordinado de la VIDA con mayúsculas. Es cuando el
tapiz que es nuestra existencia cobra belleza, detalle y elegancia. Se da,
nuestra vida en colores.
Muy bonito he interesante todo lo que escribes parece que te sale del alma... saludos
ResponderEliminarAlejandra. Jara M.